Rueda: “El boxeo me dio la posibilidad de tener una mejor vida”

Brandsen al 1100, un típico Club de Barrio, de esos que tienen el gran buffet delante, como carta de presentación. En un costado, una escalera. Y a medida que van quedando atrás los escalones, se escuchan los golpes y de fondo, un poco de música…cumbia.
El decorado del salón lo dice todo, vendas, guantes, bolsas colgando del techo, colchonetas, algunos espejos y tres ring. En el del centro, uno de los niños mimados del gimnasio, Matías “La Cobrita” Rueda, hace guantes con Leo Cicopiedi y “El Negro”, un round con cada uno, hasta llegar a diez. En un costado, Sergio Vega, el entrenador, lo mira fijo pensando en lo que vendrá. Pero no pierde de vista al resto de los boxeadores, que le dan vida al gimnasio del Club Brandsen.
En unos días, “La Cobrita” se subirá al ring en el Gigante de Villa Italia para verse las caras con Jorge “El Pelado” Rodríguez, por el título argentino de la categoría pluma, en una pelea que será televisada para todo el país por TyC Sports.
A fuerza de sus contundentes golpes, Rueda se ha ganado el mote de “noqueador” ostentando en la actualidad un récord de 16 peleas (13 ganadas por KO). De contextura más bien pequeña, “La Cobrita” en plena concentración es un tipo serio que primero le clava la mirada a sus rivales (como lo hacen las cobras con sus presas) y después los acuesta en la lona.

No parece una persona carismática, pero aún así, tiene una simbiosis especial con el público tandilense. “La gente me reconoce por la calle y siempre son muy gentiles conmigo, me preguntan cuando es mi próxima pelea o me alientan a seguir”, dice casi con vergüenza.

Luego de algunos años peleando para la ciudad de Las Flores (por algunas desavenencias con organizadores tandilenses) Rueda volvio a ponerse la camiseta de su Tandil natal y la gente le respondió de la mejor manera.
“Yo doy todo en el boxeo, es lo que me gusta hacer, lo que me dio la posibilidad de tener una mejor vida y hacer buenas peleas es, de alguna manera, devolverle a la gente lo que me da porque me permite vivir de ésto. Soy un agradecido”, dice.

Más allá de lo que se pueda analizar de él como boxeador – que por cierto siempre cosecha buenas críticas – detrás de Matías “La Cobrita” Rueda hay una historia de vida, una familia, y muchos sueños que también merecen ser contados.
En un tiempo más el noqueador local, cumplirá 26 años y hoy su día está dedicado a los entrenamientos bajo las órdenes de Julio Lester en la parte física y de Sergio Vega en lo boxístico. Pero además comparte tiempo con su hija Iara y su señora, con quien se conoce de muy chico, del barrio.
“Dejar de trabajar y dedicarme al boxeo me dio cosas fundamentales, por un lado deportivamente me siento óptimo, con un estado físico que siempre quise tener y antes no podía por el cansancio. Y por el otro lado, me ha dado la posibilidad de estar más cerca de mi hija Iara, que cumple 8 años. El año pasado fui por primera vez a un acto de la escuela y ver la cara de alegría porque su papa estaba ahi fue impagable”, cuenta.

“La cobrita” es el menor de dos hermanos, “él otro es el inteligente, es maestro mayor de obras y se recibió con un excelente promedio en la escuela. Yo no termine el secundario pero ya lo voy a completar”, cuenta con una sonrisa mientras ceba mate. “Mi viejo siempre me tuvo cortito y mamá también, es que cuando uno es chico siempre está en riesgo, pero entre las enseñanzas de ellos y la exigencia del boxeo, caminé derechito”.

Es el único boxeador de la familia, empezó a entrenar cuando tenía 15 años, y siempre lo hizo con Sergio Vega, a quien lo une una relación casi de padre e hijo. “Sergio me conoce mucho, sabe que puedo dar arriba del ring y cuándo él me pide que cambie la estrategia o algo sobre la marcha, yo sé que no me va a mandar al muere. Nos tenemos mucha confianza y aunque parezcamos padre e hijo, sabemos que hay un límite de respeto que no debemos cruzar porque sería contraproducente. No debemos olvidarnos que él es mi entrenador y yo su boxeador”, aclara Matías.

Lejos de lo que el general de los boxeadores ha demostrado, Rueda, está en el selecto grupo de los que saben muy bien lo que quieren y lo que deben hacer para llegar. Pero no sólo tiene claro eso, sino que también sabe perfectamente a donde no quiere llegar. “Cada vez que sale una pelea yo quiero saber todo, no me dejo pasar por arriba. La gente por ahi está acostumbrada a que los boxeadores somos gente inculta, que se sube a un ring sólo por dinero, y no es asi.
Pienso en el futuro, en ser un padre entero para mi hija y mi familia. Tampoco quiero hacer una carrera para terminar siendo un manager que parezca rata de alcantarilla como hay tantos”.

“La Cobrita” sabe muy bien en el ambiente en que se mueve y por eso no sólo tiene puños de acero, sino que camina con pie de plomo. Desde hace un tiempo su carrera la maneja el reconocido Mario Margossian en quien Rueda depositó mucha confianza. “Siempre cumplió con lo que me prometió, y aunque en este mundo del box muchas cosas se manejan firmando, yo a Margossian le di mi compromiso de palabra y como para mí la palabra vale, ese es nuestro vinculo”, confesó.
Su convicción, su entrega al trabajo en pos de mejorar y su fé, lo convierten en una persona firme que no deja de soñar, pero con los pies en la tierra. “Soy católico apostólico romano, tengo un rosario tatuado en el pecho y sé que tengo un ángel de la guarda cuidándome las espaldas. Muchas personas, vecinas me han regalado estampitas y tengo una medalla con la imagen de una Virgen que siempre beso antes de subir al ring”, detalla.

Rituales como éste, y otros que no hay que develar porque dejarían de ser cábalas, va a cumplir paso a paso, Matías “La Cobrita” Rueda, el sábado 8 antes de enfrentar a Rodríguez , quien será un escalón más para un gran objetivo, porque el tandilense está seguro que “éste es mi año”.


Fuente: Lorena Medina La Voz de Tandil





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